dilluns, 16 de febrer del 2009

Instrucciones para no echar de menos

A veces, no hay dolor más fuerte que el no causado, el no sentido y el no vivido. Entonces, es cuando uno se da cuenta de que lo que hace daño no es el sufrimiento, sino el vacío. El hueco de las conversaciones nunca habladas cuando sin esperarlo te viene a la memoria un recuerdo. El espacio sin rellenar de ese beso no dado, que estás seguro que sabe a menta o a fresa o a mango, con una cantidad de saliva justa y respiración acompasada.

A veces es un hueco de abrazo el que se siente. Notas como un regazo vacío te rodea. Algo que debería estar y no está, y que duele. Un desarrebujo del alma.

Comienzas a pensar y te das cuenta de que eres puro hueco, agujero negro en estado puro. Un queso gruyere de sentimientos, caricias, dedos, susurros, sueños, vivencias, risas. Y por cada espacio se derrama un dolor o se te clava una aguja..., y duele. Es por esto que, aún a sabiendas de lo imperfecta de mi aspiración, voy a intentar escribirme/te unas instrucciones a seguir para, al menos intentar, no echar tanto de menos:

1.- Queda terminantemente prohibido escuchar canciones de amor o con letras mínimamente sensibles. Aunque, ¿realmente, eso importa? Estoy segura de que si escuchara una canción cuyo tema principal es que al protagonista le parta un rayo, imaginaría su preciosa cabeza, tan llena de ideas, tan sonriente, tan, tan, tan suya..., encantadoramente partida. Conclusión: queda terminantemente prohibido cualquier tipo de música.

2.- No leer nada que te recuerde a la persona en cuestión. Por supuesto, ni se te ocurra ojear algo de lo que tu cariño te ha escrito en un arranque de amor. Olvida también a Neruda y demás canciones desesperadas..., pero no creas que así vas a conseguir estar totalmente a salvo, no..., sigue alerta. El subconsciente es muy sagaz, buscará la manera de llevarte a algo que en algún momento te comentó..., quizá la reproducción de la araña gigante senegalesa o cómo superar las alergias a los gatos de angora..., no bajes la guardia. Creo, pues, que ante esta disyuntiva, lo mejor para eso es, directamente, no leer.

3.- Cuando vayas a preparar comida o a encargarla en un restaurante, recuerda no pedir nada que hayáis comido juntos en alguna ocasión, o de lo que él / ella te ha comentado que le gusta especialmente. También es importante, aunque te parezca una tontería, que no pidas nada que deteste, pues en este caso, al introducir en la boca el alimento en cuestión, un sentimiento de ternura inherente al rechazo de ese plato por tu niño/a te impregnará, haciéndote sentir de la misma manera, y consiguiendo llegar así a una de las peores situaciones: sentirte completamente identificado.

No obstante, algo tengo que decir en defensa de esto último, y es que si eso pasa cuando, por simpatía, te entran náuseas al probar las almejas a la marinera, imagínate lo que puede suceder si, por el contrario, te da por pedir su postre favorito: ensalada de mango, con su plátano y su mandarina hecha gajitos y bien regada de azúcar y limón. Si llegado a este punto, decides no hacerme caso, deberás atenerte a las consecuencias... La primera cucharada te hará sonreír recordando con melancolía el sabor de sus mejores besos, la segunda, te traerá a la memoria que hace mucho que no los pruebas, la tercera..., en la tercera te temblará el labio. En la cuarta, soltarás la cuchara con rabia y beberás agua, para disimular. Respirarás hondo. Al fin y al cabo estás en un restaurante ¿Qué pensarían de ti si supieran que empiezas a hacer pucheros por culpa de una macedonia? Así que coges aire y lo sueltas por la nariz, cerrando los ojos. Suspiras. Acaricias la cuchara. Te recuerda su piel. Miras y continuando con el devenir del cubierto, vas a parar al zumo y a la fruta jugosa. Entonces es cuando no te das cuenta. De repente, en el jugo comienzan a aparecer ondas concéntricas. Primero una, solitaria, luego aparecen más, nuevas. Son gotas de lluvia que vienen de tu cabeza.

Te lo advertí. Su sabor es una de las cosas a evitar. El tercero de los mandamientos para no echar de menos.

4.- Intenta olvidarte del sexo. Puedes conseguirlo. Piensa que esa zona de tu cuerpo se ha evaporado, flota en el limbo, como un nonato. ¿Sonríes? Sí, es cierto, quizá sea una propuesta un poco ilusa, sí, ahora que lo dices, yo también me estoy riendo..., pero ¿qué solución encontrar entonces? Si las ganas te arrebatan y no está, nada sirve. Mata las ganas, pues..., pero, ¿cómo? A ver, se me ocurre a bote pronto que lo que est
á claro es que hay ciertos elementos indispensables a evitar: voz, imagen y olor. En el caso de ponerte en contacto con alguno de estos elementos, ten por seguro que sí, sucumbirás. Y no hay peor hambre que la del hambriento de ausencias, ni peor sed, que la del sediento de hambre. Advertido estás...

5.- Como quinta y última instrucción, se me ocurre que olvides su boca. Bórrala de las fotos, de tu mente, de su distancia. Esa boca que besa, la que habla y ronronea. La perfecta e imperfecta, la acoplable, la bebible, la mimética. La que muerde, la que araña, la que pega, la que te mata de dulce, la que te traga vida pero calma las sedes. Esa que regala tormenta y calla cuando está como ausente.

Y llegados a este punto, sólo me queda decir, que si me leo y releo pienso que para no echar de menos debo dejar de oír música, no leer, evitar casi el comer, olvidar el sexo y, sobre todo, tu boca. Creo que la única manera de no echar de menos, pues, es no queriendo o muriendo. Y vamos a ver..., ¿quién puñetas quiere eso?

Ángela Torrijo Arce

7 comentaris:

.A ha dit...

que razon tienss .... pero es que cuanto mas intentamos olvidar a alguien , con mas fuerza lo recordamos ....
vivir o morir .... pero sin el ? ... aysss

m a r i e ha dit...

mierda qe de verdad excelente. Tengo qe confesar que no logro entender el titulo de tu blog: Encara que sigui mentida ¿Esta en catalan?

rOo RAMONE ha dit...

un hueco de abrazo el que se siente...
Qué verdades, dios!!
Y sí, justo dice Alb, cuanto más queremos olvidar más recordamos y queremos revivir-

Luciérnaga ha dit...

A veces no se puede siquiera evitar, cuando todo, absolutamente TODO, son recuerdos...

Kris_ne ha dit...

Deu meu!; es impossible si no vols deixar d'estimar... llavorens que no ens extranyi que ens diguin de burres. Es una gran droga aixó..

une femme vole ha dit...

Instrucciones.
Huele ya a Córtazar.

:)

Yo, la que olvidaste.- ha dit...

El olvido realmente es algo que sólo lo da el tiempo, si es que... realmente excelente escrito, te felicito xD

suerte!